La obra: Pulsión

Esta es una pieza de creación colectiva, que partió del diseño de un personaje animal y humano, que transita por una transformación y una serie de cambios de forma, sensaciones y estados en donde se refleja lo bestial, lo bello y lo arquetípico, como aspectos en contraste que ponen al cuerpo en un lugar de vulnerabilidad desde el cual se puede ser total. Esta obra participó en el X Festival de Danza en la Ciudad, y fue ganadora del programa de residencias artísticas trimestrales PRA, de IDARTES, la obra está considerada dentro de las mejores residencias.

Comisura: El Ulucordio Danza realiza una investigación escénica tomando como inspiración el capítulo 7 de la novela Rayuela de Julio Cortázar. Realizamos una abstracción de elementos fundamentales sobre este escrito que nos permitió iniciar una investigación de movimiento encontrando matices y sensaciones que convergen en una estética de movimiento que nos resulta interesante y está presente en la exploración de la compañía.

Nos interesa este escrito por las múltiples emociones que produce, por el ritmo que lleva implícito y la relación que evoca, en donde un beso se convierte en un universo de sensaciones. En él, el tiempo obedece a la relatividad del encuentro, dilatándose para darle a cada instante un foco, lo que permite que el lector vaya construyendo imágenes en donde la experiencia sensorial de su propio cuerpo se encarga de darle sentido a lo que está leyendo.

Además, nos preguntamos por el beso en diferentes culturas, el amor, el compromiso y en general la carga cultural y política que todos estos temas conllevan implícitos en el cuerpo.

A continuación el texto:

Capítulo 7

“Toco tu boca, con un dedo toco el borde de tu boca, voy dibujándola como si saliera de mi mano, como si por primera vez tu boca se entreabriera, y me basta cerrar los ojos para deshacerlo todo y recomenzar, hago nacer cada vez la boca

que deseo, la boca que mi mano elige y te dibuja en la cara, una boca elegida entre todas, con soberana libertad elegida por mí para dibujarla con mi mano por tu cara, y que por un azar que no busco comprender coincide exactamente con tu boca que sonríe por debajo de la que mi mano te dibuja.

Me miras, de cerca me miras, cada vez más de cerca y entonces jugamos al cíclope, nos miramos cada vez más de cerca y nuestros ojos se agrandan, se acercan entre sí, se superponen y los cíclopes se miran, respirando confundidos, las bocas se encuentran y luchan tibiamente, mordiéndose con los labios, apoyando apenas la lengua en los dientes, jugando en sus recintos donde un aire pesado va y viene con un perfume viejo y un silencio. Entonces mis manos buscan hundirse en tu pelo, acariciar lentamente la profundidad de tu pelo mientras nos besamos como si tuviéramos la boca llena de flores o de peces, de movimientos vivos, de fragancia oscura. Y si nos mordemos el dolor es dulce, y si nos ahogamos en un breve y terrible  absorber simultáneo del aliento, esa instantánea muerte es bella. Y hay una sola saliva y un solo sabor a fruta madura, y yo te

siento temblar contra mí como una luna en el agua.”