Texto escrito por Fabio Rubiano y publicado para la Revista Avianca. Octubre 2006.
La Libélula Dorada ha sido uno de los grupos más representativos del teatro colombiano, no sólo en el área de muñecos sino en el teatro en general. Especializados en el manejo de los títeres y en la invención de historias y lenguajes propios, este grupo ha tenido la aceptación de Colombia, Latinoamérica y Europa de sus propuestas escénicas y ha sido invitado a infinidad de festivales en el mundo como autores, grupo, pedagogos o conferencistas.
Muchas veces los títeres se asumen como una expresión artística dirigida exclusivamente al público infantil. Pero para debatir esto, esta obra que recomiendo, Un Pobre Pelagato mal llamado Fortunato, es una oportunidad para comprobar que el público adulto (o los que creemos serlo) goza en igual y mayor medida que los niños, de los espectáculos de este grupo. Todas las obras llevadas a escena por La Libélula constituyen una garantía de creatividad y sorpresa.
Se juntan en esta obra tres elementos que vale la pena destacar. El grupo, que como ya lo habíamos dicho, es un clásico y referente inevitable de los grandes momentos del teatro colombiano; el autor, Gianni Rodari, a quién se le rinde homenaje en esta pieza, es considerado por muchos el hombre más dulce de Italia, con una imaginación desbordada, un humor punzante y una visión crítica e irónica del mundo y la sociedad. Tiene además de cuentos, poemas, coplas y crónicas periodísticas, un libro sobre el hecho creativo llamado Gramática de la Fantasía que toda persona sin importar su profesión, oficio o trabajo debería leer, les aseguro que después de leerlo, su imaginación será ampliada y su trabajo funcionara mejor.
El tercer punto a favor y que hace atractiva Un Pobre Pelagato mal llamado Fortunato es su temática y el tratamiento que ella tiene: tomando como excusa un viejo litigio entre los gatos y los ratones, La Libélula nos da su opinión acerca de esa necesidad contemporánea de éxito sin importar lo que haya que hacer. Una visita enajenada del mundo de los negocios que es llevada por la narración escénica hasta los límites del absurdo.
La Libélula Dorada en sus treinta años de existencia ha recibido premios y distinciones en muchos países.
Gianni Rodari, aparte de todos sus reconocimientos, fue ganador del Premio Andersen, considerado el Nobel de la literatura para niños.
Un Pobre Pelagato mal llamado Fortunato ha girado por todo el país y el exterior durante muchos años teniendo críticas excelentes y siendo recomendada por los especialistas para toda clase de públicos.
La maestría técnica en el manejo de muñecos, el colorido, el humor, la combinación de lenguajes y la oportunidad de ver a uno de los grandes del teatro colombiano son razones de peso para ir a Manizales.
Texto publicado para la Revista Avianca. Octubre 2006.
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