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Memorias de un mellizo trashumante

Por: Iván Darío Álvarez


"A sus ochenta años murió Héctor Di Mauro, una de las figuras más destacadas del teatro de títeres de Argentina. Con su hermano Eduardo formaron una pequeña pero vital sociedad artística. Su legado es inapreciable e incontrovertible."


Muchos titireteros argentinos tienen en común el recuerdo de la vivencia de los títeres, gracias a la presencia del poeta Javier Villafañe. Los hermanos Di Mauro pertenecen a esa generación que para su fortuna sucumbió a la imagen de ese juglar, quien con el embrujo de un guiñol ponía a viajar por senderos insospechados la imaginación de los niños. La vitalidad libertaria y andariega del titiretero - poeta fue inspiración, entre otras cosas, porque "jamás lo vimos enfermo", como muy bien lo retrata en su memoria, el recién desaparecido titiritero cordobés Héctor Di Mauro.


Tomado del libro Héctor Di Mauro, medio siglo de profesión titiritero.

En Medio siglo de profesión titiretero el fallecido y memorioso autor, da minuciosa cuenta de su amado oficio, de cómo su infancia y adolescencia estuvieron felizmente permeadas por una educación humanista, en donde la sensibilidad era desatada por una pedagogía artistica que reforzo un temprano gusto por los muñecos, hasta convertir a dos fraternos mellizos, en los gestores apasionados y prematuros de un "Retablo a dúo", el cual sirvió de preámbulo a la que sería su posterior vocación inquebrantable. Ese despertar inaugural fue condimentado por el deseado contacto con poetas, músicos, pintores y hombres de teatro de su ciudad, nutriendo en la tertulia bohemia un imaginario poderoso y donde nos faltó como grata anécdota, el encuentro con un grande de las letras en Buenos Aires, como lo fue el polaco Wiltold Gombrowicz, a quien los hermanos Di Mauro conocieron en sus primeros escarceos en la bella capital argentina, siendo buenos contertulios y rivales de sesudas partidas de ajedrez.


En 1949, contra la infaltable reticencia de su padre, pero con el guiño cómplice de su madre Isolina, los hermanos Di Mauro deciden abandonar sus carreras de ingeniería y medicina en la universidad. Así nació "El Cometa", un segundo grupo en el que el par de hermanos le apostaron a la profesionalización a una observación mutua que mediante el febril ensayo les permitiera elaborar la manipulación de títeres impecable. Esa opción los condujo a superar en ese sentido a su maestro Villafañe - quien se caracterizó por ser un excelente dramaturgo, apoyado mucho más en la gozosa dicción de sus textos, que en una animación fina y cuidadosa de los títeres de guiñol - donde los muñecos no sirvieran de simple ilustración del libreto.

Héctor Di Mauro al referirse a la obra titiriteresca de Javier afirmó:


"Éstos (los libretos) eran mucho más literarios que dramáticos. Todo estaba dicho en el texto, hasta los estados emocionales. Sus diálogos son poéticos y descriptivos, y es posible que si desaparecen los muñecos simplemente cerrando los ojos el encanto y la magia de los textos serán igualmente encantadores, en la voz de algún poeta titiritero". Ese acento opuesto en la actuación los llevó a una conclusión reveladora para el teatro de títeres, esta es, que los "muñecos no ilustren, sino que actúen, que nos obliguen a una manipulación utilizada dramáticamente, e incluso sin necesidad de la palabra", todo a través del títere de guante"el menos mecánico de los muñecos. Ya que dentro de él, va la sangre, los músculos y la sensibilidad del titiritero.

Revista Teatros / Una publicación del sector teatral de Bogotá.

Así es como en improvisados y entusiastas viajes de gira, los dos siguieron las huellas de la andariega, el teatro de Villafañe, para internarse con la obra El Caballero de la mano de Fuego por los recónditos caminos argentinos, ya convencidos de ser los nuevos artífices de tan maravilloso oficio. Plausible y exitosa fue su primera incursión como profesionales, y su padre se transformo con el tiempo en el más ferviente admirador de los desobedientes mellizos titiriteros.


Posteriormente los hermanos Di Mauro casi que de firma simultanea se casan y paradojicamente adoptan para su particular manera de trabajar el nuevo nombre de "La pareja", donde cada quien decide actuar con un ayudante en formación, pero donde ambos apelan a un nominativo común y un repertorio similar que les permitiera moverse con desenvoltura a través de giras paralelas a lo largo y ancho de su país. Fraternalmente como buenos ajedrecistas se reparten la geografía, cada uno es dueño hipotético de medio país. Y así accionar mellizo de alguna manera favorece temporalmente resolver sus diferencias, mientras mantienen un lazo nominal para desarrollar un oficio que a pesar de los pioneros como Villafañe, sigue siendo desconocido y carente de tradición en tierras gauchas.

César Santiago Álvarez e Iván Dario Álvarez.

Héctor Di Mauro se casa en Córdoba, mientras su hermano Eduardo lo hace en Santiago de Chile con una hija del patriarcal poeta anarquista Pablo de Rokha, quien rivalizara por esos tiempos poética y políticamente con Pablo Neruda. Estas memorias titiretescas dan breve pero intensa cuenta de la gran impresión que a Héctor le causó el encuentro con tan colosal personaje.


Héctor murió en el mes de abril del 2008 con ochenta años cumplidos. Mientras su hermano en el espejo de la vida y el arte, es homenajeado por estas fechas en España. Su memoria mutua es el testimonio de una lucha digna por mantener uno de los oficios más bellos del mundo, el cual hoy también encarnan como hermosa herencia sus respectivos hijos: Enrique y Daniel.

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