Aunque nos encontramos ante la evidencia de verdaderas obras de títeres como "El Novio como una Torta" ,escritas especialmente para ser representadas por muñecos, este artículo no nos permite establecer que tipo de muñecos son ni tampoco qué tipo de manipulación tenían. Lo que si queda muy claro es que las representaciones que hacían estos muñecos eran cuadros costumbristas que en algunas ocasiones llegaban a ser sarcásticos o burlescos.
A partir de los datos cronológicos ofrecidos por el cronista se revisaron todos los periódicos capitalinos comprendidos entre 1.875 y 1.881, así como los años posteriores, pues la resonancia que al parecer tenía este espectáculo, creíamos debía por lo menos estar registrada en la prensa local. Sin embargo se pudo constatar la imprecisión de las fechas señaladas por el cronista, puesto que la única referencia a Pesebres en el año 1.877 es la que se cita a continuación: "Ningún pesebre ha llamado la atención del público y se ve con pena que a la luz de la ilustración que se ha importado últimamente, desaparecieron como sombras aquellas distracciones sencillas y particulares que hicieron el encanto de nuestros mayores, pero en cambio los bailes al estilo mabille prosperan aquí a la maravilla".[1]Con la afirmación anterior, no cabe duda que no fue precisamente en ese año que surgió el Pesebre Espina.
En Enero de 1.881 se encuentra la primera noticia oficial del Pesebre Espina publicada en el semanario El Zipa y dice: "Diversiones. Entre las varias que en este mes de Diciembre, el mes de las simpáticas alegrías, tenemos en Bogotá, señalamos los pesebres con preferencia de algunas otras, por lo variado, por lo gracioso y por lo inocente del espectáculo. Y como el hombre siempre es niño, o por lo menos ve con placer en edad crecida lo que halagó los días de su niñez e inocencia, hay para todos en el pesebre encantos y distracción. (...) Entre las mejores fiestas de este género merece particular mención la que ha preparado el Señor Antonio Espina en un capaz y central salón en una de las mejores calles de esta capital y a cuya fiesta ha dado toda gracia y perfección que ella exige. El "Circo", "La Asamblea", "Los certámenes", Las quejas de Hipólito y Nuncia ante el cura del lugar, todo eso se representa con la verdad de la acción más completa, con desempeño gracioso, con tipo perfecto de caracteres. Las muñecas están magníficamente vestidas, son hasta bonitas. Los grupos de seminaristas, de militares, de hermanas de la caridad, los bailes y las parrandas de pascuas, fuegos, son exactos y preciosos y si a esto se le agrega la numerosa y lucida concurrencia, el respeto y el orden y la decencia que allí se encuentran unidos a una música buena y constante, nadie habrá que no concurra a este espectáculo tan grato y ameno, pasando allí momentos tranquilos fuera de las agitaciones comunes de la vida. Sin que seamos los que pueden formar séquito en el arte divino, sí conocemos lo bueno y lo apreciamos, y no queremos terminar estas líneas sin enviar a las señoritas que cantan en el Pesebre del Señor Espina, nuestras felicitaciones. La elección de los dúos nos ha parecido la más conveniente y la voz, el estilo y el modo artístico de las señoritas hermanas no necesitan estímulo sino aplauso, y nosotros se lo damos sinceramente.".[2]
Por la manera tan completa como se habla de él, la novedad que causa y la ausencia de referencias de años anteriores, (como sucederá más adelante), podemos pensar que su surgimiento se dio en 1.881 y no cuatro años antes como lo afirma el cronista Ortega Ricaurte.
Sólo en el periódico el Recopilador de enero 15 de 1.886, se vuelve a tener noticia del Pesebre, pero esta vez con una novedad y es que en los entreactos del espectáculo los espectadores se deleitan con las bellas damas y los majaderos, lo cual nos permite pensar, que se empieza a configurar ya una modalidad de teatro de variedades: "DIVERSIONES. Fuera del Pesebre de Don Antonio no hay otro actualmente, pero esta (este?) suple y además es doble, pues en los intermedios los espectadores nos divertimos con las coquetería y los majaderos. Qué miradas ametralladoras! Y qué babas! Es de agradecérseles a ellos y a ellas que nos den tan bellos e interesante espectáculo en los entreactos. La entrada debía costar el doble para los actores y ser de balde para los espectadores".[3]
De la misma manera el diario La Nación del 18 de enero de 1.887 habla de la variedad de números que se presentan en el pesebre. "Continúa el Pesebre del Señor Espina deleitando al público con sus variedades y divertidas representaciones. La concurrencia no es muy numerosa pero en los feriados casi se llena el salón, siendo el público más del que se necesita para estar con comodidad en el estrecho local. Las representaciones en su mayor parte versan sobre asuntos nacionales y son sazonadas con gracejos más o menos oportunos, pero que siempre hacen reír. Se han puesto en escena varios sainetes y comedias del Señor Federico Rivas Frade, tan grandiosos los unos como sentimentales y elevados los otros. La mayor parte de estas composiciones están en verso y si no conociéramos las admirables versificaciones del Sr. Frade, nos sorprenderíamos de la propiedad del verso y la galantura de la composición, "Contra las suegras garrote" "Un empleado en Viernes" "Un solterón" y "Un tenedor de libros", etc., son los títulos de las comedias y sainetes representados. El público de seguro oiría con mayor gusto bambucos, danzas, etc., que no lucen para el trabajo que sabemos cuesta".[4]
Esta forma de teatro de variedades asociada a los pesebres presenta una similitud con espectáculos que se realizaban en España durante el siglo XIX, tal como lo anota Francisco Porras en su libro “Títeres: Teatro Popular", quien citando el Diario de Barcelona de 1.825 dice: "En la calle de El Jupi, número tres, primer piso, se manifestará un pesebre con figuras móviles, fuentes, molinos harineros, todo con sus correspondientes movimientos y otras particularidades dignas de notarse. Después el Sr. Fauzien hará diversos juegos de manos con los cuales ha sorprendido en diversas capitales de Europa. Después Mr. Bricard, tocará con vasos y copas numerosas piezas, y dará fin la niña Olione, de ocho años, cantando y tocando el pandero con una gracia que causa admiración".[5]
Posteriormente se pierde de nuevo la huella periodística del pesebre sin que se pueda establecer la razón: pudo ser que no fue registrada por la prensa o que desapareció por algún tiempo, para surgir ya en la última década del siglo, cuando en diciembre 11 de 1.891 aparecen anunciadas en el Correo Nacional, las funciones del Pesebre de Don Antonio Espina en el antiguo salón de patinaje, funciones que también aparecen anunciadas en el periódico el telegrama del 21 de diciembre del mismo año. Posteriormente también el Correo Nacional del 21 de diciembre de 1.892 anuncia las funciones del Pesebre Espina en el "elegante salón contiguo a la Escuela Nacional de Bellas Artes" funciones que para el año 1.886 se hicieran en el teatro de variedades de Bogotá, según consta en la nota publicada por la Nación del 24 de diciembre de dicho año.
Llama la atención que al igual que las noticias encontradas en la década anterior, estas aparecerán siempre en los meses de diciembre y enero, lo que nos permite hacer la conjetura de que se trataba de una temporada que se realizaba cada año por la época de Navidad. En efecto, posteriormente se revisó el directorio de Bogotá para 1.881 y se pudo constatar que Don Antonio Ospina tenía por profesión florista, oficio del cual seguramente, vivía en las otras épocas del año. Es igualmente llamativo que las funciones de cada año se realizaban en un salón diferente y no en un sitio estable de la calle Florián como lo afirma Ortega Ricaurte.
La temporada iniciada en diciembre de 1.892, se extiende hasta febrero de 1.893. De año en año el espectáculo del Sr. Espina atrae el más numeroso y variado público. Las más distinguidas familias se dan cita allí, aunque sus hábitos sean objeto de las refinadas críticas hechas por el "actor" y libretista Ricardo Millán a través de los muñecos del Señor Espina. De esta temporada alguien que firma bajo el seudónimo de Repollo, en el periódico el Telegrama del 24 de enero de 1.893, se queja de las pocas novedades que en ese año trae el pesebre, pero concluye diciendo que, "al fin y al cabo el Sr. Espina se da sus trazas de divertir a las gentes que no han podido salir a veranear".[6]
El carácter de variedades del Pesebre Espina se ve consolidado cada vez más: música, caricaturas, banquetes teatrales, cuadros de ilusión óptica y "un remedo de payasos mucho más graciosos que los de carne y hueso" (*) hacen parte de las exitosas novedades del Pesebre en esta temporada.
Para la temporada 93-94 el Pesebre Espina ha pasado a ser ya un gran espectáculo y como tal, las funciones se realizarán en el Teatro Municipal con una desbordante asistencia de público. Aunque desde luego conserva la idea inicial de Pesebre, se ha convertido ya en el más interesante teatro de variedades; en él las representaciones bíblicas se conjugan con los cuadros de costumbres representados por autómatas diestramente manejados, las bufonadas del payaso (personaje representado por un muñeco que surge en la temporada anterior) se suceden a las representaciones de ópera, y a los cuadros mimoplásticos, les siguen las representaciones de zarzuelas bufas.
El comentario hecho por Reporter, en el Diario El Telegrama de diciembre 13 de 1.894, consigna una completa descripción de lo que fue el Pesebre de esta temporada: "Asistimos con verdadero placer a las representaciones que en las noches del sábado y domingo pasados tuvieron lugar y en ellas admiramos una vez más la deliciosa manera con que ese grupo de artistas llenos de talento, ingenio y chiste culto, saben encantar a la numerosa concurrencia que va a admirarles. En ambas noches había un lleno completo y en ambas hubo variados y divertidos espectáculos. Llamaron notablemente la atención, artísticos cuadros mimoplásticos formados de mujeres y hombres; en ellos resaltaba la belleza y gracia de las primeras y los lujosos trajes de todos. Fueron muy aplaudidos; EI Reino de las Mariposas, Judith representando la Cabeza de Holofornes y la Bella Alegoría de la Luz. En la función del sábado se cantó con maestría el nervioso y tentador "DUO DE AFRICANA" y el domingo, el de GUARANI; y en una y en otra noche oímos chispeantes bambucos en voz armoniosa de mujer y unas canciones llenas de vida y sabor nacional ejecutadas por dos artistas bogotanos.
También merecieron los honores del triunfo las sulfuradas sesiones del Congreso en que lucieron el chiste y la sátira fina y llena de moderación, y una ingeniosa comedia en un acto, obra del Sr. Millán, hechas en el teatro diminuto decorado maravillosamente. Todo esto mezclado con las zafacocas de las tabernas, los carros de tranvía y el diablo que va y viene por todas partes, así se destornillan de risa a la compacta cazuela y a los chiquillos y criadas de los palcos de tercer orden.[7]
Además de la Opera irrumpen en esta temporada los cuadros mimoplásticos y el "diablo" (muñecos), viejo personaje de los pesebres de la ya antigua Santa Fe de Bogotá. Es también en esta temporada que surge un nuevo nombre tras el pesebre: el Sr. Neira. Dice en una nota del Telegrama del 8 de enero de 1.894, "no hemos podido prescindir de dar nuestros calurosos saludos a los señores Espina y Neira por el gusto y la elegancia de tales obras".[8]Desafortunadamente no se pudo establecer si el Sr. Neira era un socio del Sr. Espina, un empresario, un titiritero o un actor, pero su nombre traerá sorpresas unos años más tarde.
El montaje de fragmentos de óperas realizadas al parecer con muñecos, generó una interesante polémica periodística en torno al "refinamiento del espectáculo"; dicha polémica se inicia con una carta que bajo el seudónimo de Gestas envía un ciudadano al director del periódico El Telegrama y dice: "Señor Director: Hace algunos años tuvimos el gusto de oír cantar en el Pesebre Espina escogidos trozos de zarzuela que eran recibidos con mucho agrado por el público ya porque éste, en lo general, es más aficionado a la música ligera y la comprende mejor, o ya porque los cantores con que cuenta el Sr. Espina no nos parecen bien apropiados para la interpretación de Óperas que exigen mayores aptitudes de las que ellos poseen; no dudamos que si se volvieran a cantar zarzuelas sin suprimir por completo la Ópera se proporcionaría un verdadero placer al público, así como sería muy bien recibido por éste que se variaran algunos chistes que por muy gastados, aunque sean buenos, cansan. Crea el Sr. Espina que sólo el deseo de su bien nos mueve a hacerles estas indicaciones pues su pesebre va tomando un refinamiento que le cuadra muy mal y que acabará con él. Una innovación que sí ha merecido la aprobación del público ha sido la exhibición de artísticos cuadros mimoplásticos".
La respuesta a esta carta no se hace esperar y al día siguiente alguien que no firma la carta pero que al parecer es uno de los integrantes del "elenco del Pesebre" responde: "El amigo Gestas se manifiesta muy contrariado en el número 2.159 del Telegrama, porque los cantores de trozos de ópera no le parecen bien apropiados para su interpretación, y esto nos mortifica porque vemos que el público que los aplaude no está de acuerdo con el ilustrado Gestas y es una iniquidad, que la mayoría contraríe a un Gestas. La modestísima y virtuosa señorita Eliberia Ballesteros, el dulcísimo tenor Petrelli y el artista Magni "están sufriendo horriblemente" por no haber agradado al exquisito Gestas y según entiendo van a suicidarse por esta contrariedad".[9]
El 11 de enero, Gestas hace una larga misiva aclaratoria con la que se cierra la polémica: "Entre "espectadores" y "dos Dimas" personajes que se nos han metido en la cabeza, son de los que mueven las cuerdas de los muñecos del Pesebre Espina, nos han propinado una paliza soberana y como complemento por si escapábamos de ella han lanzado sobre nosotros terrible anatema por haber dicho (Dios nos perdone) que los cantores del pesebre no reúnen a nuestro humilde juicio las aptitudes suficientes para interpretar ante un numeroso público piezas operáticas, como dice uno de nuestros contrincantes. Y para desmentir nuestra aseveración publican los nombres de los artistas que habíamos juzgado sin conocer pero de los cuales nada nuevo tendremos que decir porque todo el mundo sabe cuales son sus aptitudes artísticas. En lo que sí estamos de acuerdo con los señores Dimas y espectadores, es en que la señorita Eliberia Ballesteros es muy digna de estimación y aprecio por sus virtudes, dotes artísticas y personales.
No son los aplausos entre nosotros síntoma inequívoco de admiración a lo verdaderamente artístico, y prueba de ello es que nuestra sociedad miró con marcada indiferencia la magnífica Compañía Dramática de Amató, la mejor que ha venido a Bogotá, y la misma indiferencia mostró con las últimas compañías de ópera; en cambio, se ha aplaudido con frenesí el baile de la cenicienta que daba Zenardo hace algunos años y el entusiasmo rayaba en locura cada vez que Salvini fusilaba a Azoor o hacía volcar el coche de Rosalía.
Hablamos de refinamiento, conociendo perfectamente el significado de la palabra, y repetimos que el Pesebre ha sido bien mirado cuando sólo se trataba de perpetuar con él la tradición de ese espectáculo de la antigua Santa Fe, destruido hoy por el "refinamiento" de nuestras costumbres, pero cuando hemos ido a él y oímos destrozar (perdónesenos la expresión) las piezas operáticas de Verdi y demás compañeros mártires, se nos viene a la mente el recuerdo de una familia que queriendo "refinarse" dio un baile en cuyas invitaciones se exigía traje de etiqueta y los dueños de casa tuvieron que tomar casacas en alquiler.
Mucho agradecemos a uno de los Dimas sus lecciones sobre "refinamiento" a que han llegado en los países civilizados los pesebres, y mucho admiramos la erudición de sus disertaciones sobre el "refinamiento" presente de los animales. No terminaremos sin manifestar que aunque siempre hemos sido partidarios del verdadero "sprit" del chiste oportuno y sin rebuscamiento, es decir del que está dotado Dimas, hemos detestado cordialmente a los bufones, aunque sean de teatro diminuto".[10]
Hasta ahora, en base a la crónica de Don Daniel Ortega Ricaurte y los comentarios de prensa, se tenía la impresión de que el pesebre Espina utilizaba muñecos manipulados de abajo hacia arriba por medio de hilos o artificios que generaban su movimiento, pero en el primer párrafo de la carta de Gestas surge un nuevo elemento que crea la duda de si trata más bien de muñecos movidos de arriba hacia abajo a través de hilos, es decir marionetas, pues más adelante en el comentario del día 23 de enero de 1.894, se dice que "es realmente admirable la destreza que muestran los manipuladores del pesebre: se necesita mucha práctica para no enredar la pita o mejor dicho las cuerdas con que son movidos los actores del diminuto escenario, bien que a veces se alcanzan a ver unos indiscretos manoteos".[11]
La temporada del 93-94 se extendió hasta el 6 de febrero y concluyó forzosamente porque comenzaba la cuaresma, época en la que también terminan en cualquier parte del mundo los carnavales pues se inicia una etapa de recogimiento y purificación que ha sido establecida por la Iglesia Católica.
El rotundo éxito que tuvo en esta temporada el Pesebre Espina y que llega claramente a reemplazar a la ópera, se puede resumir en la nota del día 23 de enero de 1.894: "teatro más lleno que en cualquier función de ópera; muchos chascarrillos y estrepitosas risotadas de la alegre multitud".[12]
Después de tanto esplendor de las temporadas del 94-95, 95-96 y 96-97, no se pudo encontrar ninguna evidencia en la prensa correspondiente a estos años. Más tarde es el periódico "Bogotá" del 23 de diciembre de 1.897(¿? La fecha en el texto original parece estar equivocada porque está en 1.987 y no correspondería al tiempo del que se habla ni a la nota a pie de página, se sugiere modificar según sea del caso) aparece la siguiente noticia: "Pesebres. Con la vuelta de los aguinaldos y la nochebuena vuelven también los sabrosos espectáculos que fueron la sola diversión pública con que distraían nuestros padres las largas noches de diciembre en tiempo coloniales. Ahora abren sus puertas DOS PESEBRES: el del teatro Municipal, bien conocido de años atrás, y otro en la casa de los Virreyes que se anuncia bajo la hábil dirección del Sr. Rafael Neira. Deseamos buen éxito a los empresarios y buen sol a los concurrentes".[13]
Pareciera que el pesebre Espina continuó desde el 95 en el Teatro Municipal pero ya en 1897, el atrás nombrado Sr. Neira se ha separado del Sr. Espina, quizás para competir con el que algún día fue su maestro utilizando la misma estructura de su espectáculo y llegando incluso a apropiarse de "el diablo: personaje que aparece en el pesebre del Sr. Espina. Pero a pesar (de?) todo parece que el Pesebre Neira nunca pudo igualar la espectacularidad y nivel artístico del original y auténtico creado por don Antonio Espina. Así se evidencia en la siguiente noticia del 20 de enero de 1.898 en el diario "Bogotá": "muy divertidas han estado las funciones del Pesebre dadas en la antigua casa de los virreyes (plazuela de Las Nieves), bastante conocido es el Sr. Neira por el gusto artístico con que dispone todo y la delicadeza de los chistes de Andrade. Mucho ha llamado la atención el enano especialmente cuando aparece de Fray José, pero como nada hay perfecto, nos atrevemos a aconsejarles que el diablo esté un poco más callado y que pongan más atención a los muñecos".[14]
A partir de entonces la única noticia que se encuentra sobre Pesebres es la del diario "Bogotá" del 15 de diciembre de 1.898 que aunque no especifica de cuál de los dos se trata, creemos que por su carácter es el del Sr. Neira, pues dice: "notables esfuerzos ha hecho el empresario del Pesebre para dar mayor interés a sus funciones y no dudamos que el publico corresponderá a ellos asistiendo asiduamente a tan divertido espectáculo".[15]
Ninguno de los periódicos bogotanos revisados hasta 1.910, vuelve a registrar noticias sobre los dos pesebres. Curiosamente parece que ambos desaparecieron, el primero sin ninguna explicación evidente y el segundo, seguramente porque nunca pudo igualar al primero y perseverar en su tarea. Con el ánimo de entender un poco más a qué obedeció la desaparición del Pesebre Espina, se revisaron los periódicos correspondientes al año en que el cronista Ortega Ricuarte cita como fecha de defunción del Sr. Merizalde, a quien él consideró en su artículo como parte integral del Pesebre pero que curiosamente como se pudo apreciar, no es nombrado en ninguna de las noticias de prensa. En esta nueva tarea sólo se pudo establecer que murió el 26 de marzo de 1.926 y que fue miembro de una distinguida familia bogotana, pero no miembro del famoso Pesebre Espina.
El carácter de espectáculo del Pesebre surge nuevamente en diciembre de 1.908, cuando una empresa llamada Pesebre Santafereño, anuncia en el correo nacional (15 de diciembre de 1.908), sus funciones dedicadas especialmente a los niños en el salón de patines de la tercera calle real, sin que se pueda establecer si se trata de teatro de muñecos o de un pesebre mecánico con el propósito de mostrar a los niños las costumbres navideñas de la vieja Santa Fe de Bogotá.
Mucho más tarde la idea del pesebre santafereño será retomada por los reconocidos titiriteros Antonio Angulo y José Muñoz, Muñocito, de quien hablaremos a su debido tiempo.
[1] Periódico El Zipa, Diciembre 27 de 1.887. [2] Periódico El Zipa. Enero de 1.888 [3] Periódico El Recopilador. Enero 15 de 1.886. [4] Periódico La Nación. Enero 18 de 1.887. [5] Porras, Francisco. "Títeres: Teatro Popular". [6] Periódico El Telegrama. Enero 24 de 1.893. [7] Periódico El Telegrama. Diciembre 13 de 1.894. [8] Periódico El Telegrama. Enero 8 de 1.894. [9] Periódico El Telegrama. Enero 9 de 1.894. [10] Periódico El Telegrama. Enero 11 de 1.894. [11] Periódico El Telegrama. Enero 23 de 1.894. [12] Periódico El Telegrama. Enero 23 de 1894. [13] Diario Bogotá. Diciembre 23 de 1.897. [14] Diario Bogotá. Enero 20 de 1.898. [15] Diario Bogotá. Diciembre 15 de 1.898.
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